Historias de otros, vidas impresas, lugares que no visité, recuerdos que no eran míos.
Las historias fantásticas que recuerdo van unidas a olor de la tinta y el papel.
Libros nuevos, envueltos en papel o plástico trasparente.
Nunca me atrevía a quitarles la cubierta protectora. Así seguirían siendo nuevos.
Recuerdo los libros de texto. Olían a pupite, a patio, a recreo...
Ojeaba cuidadosamente algunas páginas. Sólo algunas.
No quería verlos de golpe, para poder sorprenderme después.
Libros que perdían luego su virginidad con tachones y borrones.
Y que se hacían grandes, como yo, al leerlos.
Nunca terminé las tareas de 'Vacaciones Santillana'.
Y siempre me lo pedía.
Era tan nuevo... y el verano tan corto.
La estantería brotó un día, como de repente,
acumulando en cascada volúmenes de todo tipo.
Aún tengo pendientes muchos. Están esperando.
Aún huelen a nuevos.
Los tengo en su funda de papel, para que no se borren.