Atrapada, como el otoño cuando llega diciembre. |
Brotó de mi garganta y,
cuando estaba a punto de salir de mi boca,
el acero de tus dedos se clavó en mis labios
y detuvo el torrente de mi desahogo.
Mi verdad desfallecida, herida y atrapada.
Ni yo hablé, ni tú escuchaste.
Y las palabras se quedaron entre mis dientes, como un secreto malparido.
Duro y hermoso.
ResponderEliminarCreo que me he sentido así algunas veces, intentando hacerme entender y sufriendo el dolor de la incomprensión y la indiferencia.
Un beso
Asomaba a sus ojos una lágrima... (Bécquer, claro. Creo que es la primer estrofa que me supe de memoria...)
ResponderEliminarGracias, Zuma, por estar siempre, y gracias, Carlos, mi primer seguidor se merecería algún premio.
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